domingo, 17 de enero de 2016

Bienvenidos a mi camino de baldosas amarillas

Enciendo el ordenador. Mientras escribo estas palabras, la música de la película 'El Mago de Oz' ha inundado toda la estancia. (¡A esto le llamo yo ambientar un momento!). Miro a Dorothy. La verdad es que parecer, no nos parecemos en nada. Quizá en la ingenuidad y el asombro con los que miramos las cosas y nos dejamos sorprender por lo que nos rodea.


Mpresento. Mi nombre es… Mi nombre también empieza por D y, quizá, en este momento, yo también me encuentre buscando el camino de baldosas amarillas. ¿Qué es eso? El destino, mi lugar en el mundo, mi finalidad, mis inquietudes… Cualquiera de estas cosas podría responder a esa pregunta en una especie de ‘totum revolutum’ de ideas en miles de direcciones. O quizá, solo en una. Al frente, avanzar sin mirar atrás. El movimiento lo marca todo, marca la diferencia. No somos setas, ni árboles. Y lo de echar raíces es una preciosa metáfora que tiene un significado mayor y que seguro que da para un post interesante en otro momento. Ahora no.

También busco mis zapatos. Unos mágicos como los de Dorothy. Da igual su forma, color o altura. Ellos son los únicos que saben de mi camino, del recorrido y del que todavía está por recorrer. 

Avanzar. Continuar. Empezar. Siempre es un buen momento para volver a empezar. De eso es de lo que se trata este sendero de baldosas amarillas que  comienzo a caminar  en un frío domingo de enero. Frío, pero azul. Son mis preferidos. Hoy me he calzado unos rojos, que no tienen que ser los definitivos, para ‘andar’ por mi mundo y mostrar aquí mi manera de ver la vida, mis lugares preferidos, mis planes, mi maravilloso y particular Mundo de Oz. Es mi singular declaración de intenciones. Hace poco escuché a un cantautor madrileño al que admiro que es necesario tener una a día de hoy para muchas cosas.

Lo dicho. Empezamos. ¡Follow the yellow brick road!

P.D: Sube que te llevo.